sábado, 2 de enero de 2010






ENCUENTRO


La luna desgajaba su fulgor

sobre la mansedumbre del agua

que, en la quietud, soltaba su rumor

de inmensidad dócil, atrapada.

La brisa cálida acariciaba

como meciendo, improvisando

con alas de seda y voz de hada,

una melodía, susurrando.

Mis pies descalzos se deleitaban

con el contacto casi salvaje

de la arena que entibiaba

mi corazón, todo su bagaje.

Y cuando mi mente divagante

al infinito se asomaba,

y en mi alma bullía, embriagante

toda la ilusión aprisionada,

nos encontramos frente a frente,

tú y yo, caminantes solitarios,

y dulces sonrisas, de repente,

en nuestros rostros se desplegaron.

Tu mirada se fundió en la mía

y el sentimiento surgió impetuoso

con la certeza de que sería

un amor maravilloso.










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