ENCUENTRO
La luna desgajaba su fulgor
sobre la mansedumbre del agua
que, en la quietud, soltaba su rumor
de inmensidad dócil, atrapada.
La brisa cálida acariciaba
como meciendo, improvisando
con alas de seda y voz de hada,
una melodía, susurrando.
Mis pies descalzos se deleitaban
con el contacto casi salvaje
de la arena que entibiaba
mi corazón, todo su bagaje.
Y cuando mi mente divagante
al infinito se asomaba,
y en mi alma bullía, embriagante
toda la ilusión aprisionada,
nos encontramos frente a frente,
tú y yo, caminantes solitarios,
y dulces sonrisas, de repente,
en nuestros rostros se desplegaron.
Tu mirada se fundió en la mía
y el sentimiento surgió impetuoso
con la certeza de que sería
un amor maravilloso.
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