SOL DE OTOÑO
Cuando mi alma enhebraba
los hilos cenicientos
y mi ser destellaba
matices somnolientos,
entre pardos y grisáceos,
del abril de mis años,
llegaste a mi vida,
Agustina, sol de otoño.
Cuando mis ramas desnudas
sentían nostalgia de follaje,
de frutas maduras
y de primaveral encaje,
mi interior reverdeció,
germinando dulce retoño,
mi raíz vibró,
Agustina, sol de otoño.
Cuando mi paisaje se volvió
sepia olvidado
y la memoria se tiñó
de añil gastado,
tu augurio iluminó
mi aura adormecida
y fuiste el sol que entibió
el otoño de mi vida.
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