domingo, 31 de enero de 2010








SEÑOR…YO SOY MAESTRO

Porque cuando me diste la vida,

insuflándome tu aliento,

me modelaste con la arcilla

de altos sentimientos.

Porque amasaste mi corazón

con paciencia, con entrega,

con fibras de abnegación,

con ternura y fortaleza.

Porque fundiste mi alma

en los cirios celestiales,

para que no cese tu llama

en mis obras terrenales.

Porque esculpiste mi ser

con un madero de tu viña,

para que pudiera ser puente

que acercara a tu orilla.

Porque le diste alas a mis sueños,

los hiciste navegantes

de espacios sin dueño,

hacia puertos distantes.

Porque formaste mis manos

con polvo de estrellas,

para que se abrieran iluminando

y dejaran estela.

Porque le diste a mis ojos

una mirada de madre,

capaz de ver en el otro

las más nobles cualidades.

Porque tallaste mis pies

con el fuego de tu hoguera,

para que al andar, cada vez,

vayan dejando huellas.

Y, cuando termine mi tiempo

y tú y yo nos encontremos,

me preguntarás qué he hecho

con mi vida y con mis sueños,

entonces responderé sin temor

que a mi vida la fui dando

cada día con amor

y a mis sueños los sostuve,

mientras intentaba alcanzarlos,

fueron el rumbo en que mantuve

mi bajel navegando.



No hay comentarios: